No hay bien que por mal no venga.

A pesar de la positiva percepción de la ciencia abierta, sus metas y alcances, el enorme potencial del mercado editorial no pasado desapercibido. En las últimas décadas, un alud de revistas con prácticas editoriales poco éticas ha tomado por asalto al golpeado aparato de comunicación de la ciencia para contender por sus enormes ganancias.
Usurpando los principios del acceso abierto, han logrado establecer un nuevo nicho editorial, aceptando artículos y publicándolos sin arbitraje alguno. Recurren a múltiples estrategias como publicidad en medios digitales, presentación de sus supuestos periódicos especializados en conferencias académicas poco reguladas o imitación de revistas conocidas, usando ilegítimamente nombres similares o incluso usurpando identidades de investigadores reconocidos.
La aparición de estos medios poco profesionales, comúnmente conocidos como revistas depredadoras, es uno de los problemas más importantes de la comunicación científica y ha rebasado los recursos de regulación en la comunidad.
En una revisión reciente (Shen C, 2015), se calculó que hasta el año 2014 existían alrededor de 11,800 revistas depredadoras y que el número de artículos publicados en este tipo de medios alcanzaba los 420,000. Estas publicaciones han surgido de manera generalizada en todas las disciplinas científicas, sin embargo, las más afectadas son la ingeniería, biomedicina y ciencias sociales. Este problema ha afectado especialmente a regiones donde la evaluación académica ejerce una presión importante sobre los investigadores para publicar en revistas internacionales y que además omiten la revisión individualizada del trabajo de investigación. De la muestra tomada en este estudio, el 27% de las revistas se encontraron en India, el 17.5% en América del Norte y un 11.6% en el continente asiático (excluyendo a la India). Sin embargo, es pertinente aclarar que alrededor de un 25% de las revistas estudiadas no pudieron ser geográficamente localizadas, pues la falsificación de la información contenida en sus páginas de internet es una práctica frecuente. Cabe destacar que la región de América latina fue el área menos afectada por este fenómeno, únicamente el 0.5% de las revistas mostró domicilios en esta región (Shen C, 2015).
Los autores interesados en publicar en estos medios mostraron también un sesgo regional. India nuevamente fue la nación más involucrada en esta práctica, se encontró que el 35% de los autores responsables de los artículos incluidos en la muestra laboraban en este país. En segundo lugar, los autores nigerianos fueron responsables de un 8% de los artículos publicados y en tercer lugar los estadunidenses con un 6%. A manera de comparación, se encontró que solo 2.2% de los autores incluidos en esta muestra tuvieron residencia en sur y centro América (Shen C, 2015).
Estas revistas tienen como fuente de ingreso cuotas de procesamiento de artículos que los autores pagan para publicar. En promedio, las cuotas por artículo en revistas depredadoras fueron de 178 USD (159€), significativamente menor que los 900 a 1000 USD (800 – 890€) pagados en revistas de acceso abierto acreditadas (incluidas en el directorio de revistas de acceso abierto, DOAJ). Los motivos para acudir a estas revistas son diversos, desde el engaño a través de convocatorias para publicar en medios digitales hasta la falta de conocimiento acerca de este fenómeno. Sin embargo, un gran número de autores cuentan con conocimiento previo de las políticas editoriales y deciden cubrir las cuotas de publicación en este tipo de revistas con el interés de incrementar el número de artículos a su nombre.
Este tipo de revistas se ha instalado en el lastimado sistema de comunicación científica con el único fin de beneficiarse por los recursos del enorme mercado editorial. Su funcionamiento es hasta cierto punto oscuro, pues son medios asentados en el anonimato digital y sus domicilios, editores y propietarios son frecuentemente falsos. Sin embargo, ha habido un creciente interés por conocer más acerca de sus actividades desde la comunidad científica. En un artículo publicado recientemente (Sorokowski P, 2017), se propuso la infiltración de una editora falsa en este tipo de medios de comunicación. Los autores asentados en la Universidad de Breslavia en Polonia crearon un perfil académico y un personaje ficticio al que llamaron Anna O. Szust (o “Anna un fraude” en polaco) y enviaron su currículum a un total de 360 revistas con un amplio espectro de credibilidad académica. Encontraron que aquellas revistas indexadas en el JCR (Journal Citation Reports) rechazaron la propuesta de incluir a este personaje falso en sus juntas editoriales. Mientras tanto, el 33% de las revistas depredadoras (incluidas en la lista de periódicos deredadores de Jeffrey Beall) la aceptaron sin ninguna objeción o investigación adicional.
Este estudio evidenció las prácticas fraudulentas que gobiernan a este tipo de medios, pues se ofreció entre otras cosas, la publicación sin arbitraje de los artículos que la propia editora pudiera tener, la publicación de artículos de sus colegas, asociados, amigos o incluso la organización de conferencias para atraer científicos interesados en publicar su trabajo. Claro, todo ello con la condición del pago obligatorio de cuotas.
Este preocupante escenario nos deja ver que las revistas depredadoras tienen un conocimiento profundo del funcionamiento del mercado editorial y de los intereses de la comunidad académica, creados por la enorme presión sobre los investigadores para la publicación de su trabajo. Han explotado este nicho al ofrecer capital académico falso, siempre y cuando se pague la cantidad adecuada.
Un futuro sin muros.

Las barreras que impiden el acceso de la información fueron erigidas por el interés de transformar la información científica en un bien comerciable. Sostener el aparato de comunicación no es una tarea sencilla ni gratuita, requiere del esfuerzo continuo de la comunidad académica y del soporte económico gubernamental.
Existen enormes esfuerzos a nivel mundial para la recuperación del control sobre la información científica. La combinación de políticas de estado e iniciativas de universidades e instituciones de investigación, han permitido la cristalización de ambiciones que parecían inalcanzables hace una década en materia de acceso libre a la información.
La Unión Europea (UE) ha tomado medidas enérgicas en la generación de políticas para el desarrollo del acceso abierto. El consejo de la UE ha propuesto publicar el 100% de artículos financiados por fondos nacionales o internacionales en medios de acceso abierto para el año 2020 (Horizon 2020). Además, ha promovido la planificación regional de una transición completa a este modelo de publicación y creado una plataforma para proveer de acceso inmediato a la información a los países participantes en esta iniciativa (Consejo de la Unión Europea, 2016) (Johnson R, 2018).
Los Estados Unidos han tenido una contribución significativa en el avance de la ciencia abierta, siendo el primer país en establecer una estrategia nacional de acceso abierto a la información. La política de acceso público de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) determinó que, a partir del año 2008 todos los artículos derivados de proyectos financiados por subsidios del NIH deberían estar disponibles en un periodo máximo de 12 meses en la biblioteca nacional de medicina (NIH, 2008). Sin embargo, su estrategia ha optado por el apoyo de publicaciones mediante acceso abierto dorado y han condonado el mantenimiento de restricciones derivadas de derechos de autor poco permisivas que limitan las posibilidades de uso de la información (Johnson R, 2018).
China ha promovido el acceso abierto como política nacional desde el año 2014. La fundación de ciencias naturales de China y la academia china de las ciencias promovió medidas similares a las de otras regiones al exigir a los investigadores financiados por el estado la inclusión de sus artículos en repositorios digitales en un periodo máximo de 12 meses después de su publicación. De manera adicional, tiene un sistema de repositorios que hacen disponible la literatura especializada escrita en idioma chino que abarca cerca de la totalidad de los artículos publicados dentro del país (Johnson R, 2018).
El enclave formado por América latina, España y Portugal ha tenido un rol ejemplar en el establecimiento de modelos de ciencia abierta a nivel mundial. Los esfuerzos regionales se han visto traducidos especialmente en la calidad de los repositorios de acceso abierto y los sistemas que de ellos emanan para el control de calidad de la información científica y los medios de comunicación de la región. Los proyectos SciELO, REDALyC y Latindex han permitido la centralización de la información científica producida en la región. Estas iniciativas internacionales han realizado una labor ejemplar, al permitir la difusión de títulos científicos, servir de repositorios regionales y difundir buenas políticas y prácticas editoriales. Además, estas iniciativas han brindado visibilidad a la investigación regional (Alperín JP, 2015). La excelente infraestructura de acceso a la información establecida en la región puede explicar la baja infiltración de revistas depredadoras y su escaso uso por investigadores latinoamericanos.
Soluciones.
La solución al problema de acceso a la información debe estar dirigida a la creación de ambientes científicos sustentables económicamente y abiertos. En este sentido, la promoción de la ciencia abierta debe considerarse una prioridad, especialmente en países con recursos limitados. Los beneficios sociales —especialmente los económicos— se acentúan al contar con un mayor número de recursos bibliográficos con acceso abierto, pues solo de esta manera se puede desahogar el presupuesto asignado al acceso de la información en universidades e institutos de investigación. Contar con amplios recursos informáticos facilita la generación de nuevo conocimiento, la formulación de políticas regionales basadas en la evidencia publicada localmente y el empleo de la información para el desarrollo de tecnología.
La promoción de la ciencia abierta debe estar dirigida a fortalecer el sistema científico. Por ello, es necesaria la elaboración, difusión y supervisión de normas prácticas para el empleo de revistas arbitradas y dar preferencia a la publicación en periódicos controlados por universidades y sociedades científicas. En especial, debe de proveerse de información suficiente para evitar la publicación de información en medios con prácticas editoriales poco éticas.
La dependencia en el sistema de comunicación actual por parte de la comunidad científica se explica por la atribución de valor académico a los medios. Por ello, la evaluación de los investigadores debe enfocarse en eliminar la influencia de las compañías editoriales sobre la comunidad académica y dirigir sus esfuerzos en la valoración de la calidad del trabajo que se desempeña. Se deben incluir parámetros adicionales de evaluación de la productividad científica, más allá de la publicación de artículos en revistas internacionales. Algunos ejemplos son el uso de repositorios científicos, la publicación de resultados negativos, la formación de recursos humanos y la participación en actividades de divulgación científica. La necesidad de un medio de comunicación especializado para la ciencia sigue estando fundada en las razones que impulsaron su creación: satisfacer la necesidad de centralización de la información, garantizar acceso a la misma y permitir su regulación mediante la evaluación por pares. Los problemas económicos derivados en el mantenimiento de nuestro sistema de comunicación son explicados por la intromisión de intereses económicos ajenos al avance de la ciencia. El control de los medios de comunicación debe volver a las manos de la comunidad científica.
Otros artículos de esta serie:
- 1. Medios de comunicación científicos
- 2. La evolución de los medios de comunicación científicos en la era digital.
Referencias
Shen C, Björk BC. ‘Predatory’ open access: a longitudinal study of article volumes and market characteristics. BMC Medicine (2015) 13:230. DOI 10.1186/s12916-015-0469-2
Sorokowski P, Kulczycki E, Sorokowska A, Pisanski K. Predatory journals recruit fake editor. Nature. 2017 Mar 22;543(7646): 481-483. DOI: 10.1038/543481a.
Johnson R., Watkinson A, Wabe M, The STM report. An overview of scientific and scholarly publishing. 5th edition October 2018 https://www.stm-assoc.org/2018_10_04_STM_Report_2018.pdf
NIH Public Access Policy. Disponible en: https://publicaccess.nih.gov/policy.htm
Council of the European Union. Outcome of the Council meeting, 3470th council meeting on competitiveness (Internal market, industry, research and space). Disponible en: https://www.consilium.europa.eu/media/22779/st09357en16.pdf
Piwowar H, Priem J, Larivière V, Alperin JP, Matthias L, Norlander B, Farley A, West J & Haustein, S (2018). The state of OA: a large-scale analysis of the prevalence and impact of Open Access articles. PeerJ, 6:e4375. https://doi.org/10.7717/peerj.4375
Alperín JP, Fischman G. Hecho en latinoamérica: acceso abierto, revistas acadéicas e innovaciones regionales 1ª edición. CLACSO, 2015. ISBN 978-987-722-067-4 Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20150722110704/HechoEnLatinoamerica.pdf
Recursos
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