1. Medios de comunicación científica

Futurium, Berlín Alemania. Museo de divulgación científica enfocado a la discusión interdisciplinaria de nuestra vida en el futuro. Foto de una estructura construída por una inteligencia artificial alimentada por patrones de ingeniería de insectos.

Editado por María Ordoñez Cruickshank

Serie: Medios de comunicación científicos.

Esta serie de artículos fue producida a manera de un ensayo para la conferencia “El Español y las ciencias, diálogos hispano-mexicanos” celebrada en febrero de 2019 en Madrid, España. El texto, escrito a manera de disertación para el tema “un muro digital, pagar por publicar” y ha sido fraccionado y aumentado para compartir mis puntos de vista acerca de los problemas que agobian a los medios de comunicación científicos y que limitan el acceso a la información generada por investigación, así como las soluciones que se han comenzado a dibujar desde la comunidad académica.

 La conferencia “El Español y las ciencias” fue organizada por el Dr. Andrés Ordoñez desde el Centro de estudios mexicanos UNAM, España,  en colaboración estrecha con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Fundación Lilly medes, La Universidad de Nebrija, la fundación Ramón Areces, el fondo de Cultura Económica y el Instituto Cervantes, con el objetivo de ofrecer un panorama de la situación de investigación científica en países de habla hispana en mesas de diálogo formadas por tres investigadores con cuatro temas  de debate:  la percepción social de la ciencia en España y América Latina, medios de comunicación para la publicación científica, el uso del idioma Español en la ciencia y las relaciones entre el español, las ciencias y las estructuras culturales de nuestra región.

Medios de comunicación científica

Los grandes descubrimientos científicos pocas veces son tan impresionantes o espontáneos como el “Eureka” de Arquímedes. En realidad, suelen ser una sucesión de pequeños avances realizados por individuos o grupos de investigadores que contribuyen para profundizar el conocimiento. La ciencia es una actividad colaborativa por excelencia, refleja la enorme curiosidad de nuestra especie y sirve como medio para satisfacer nuestro instinto de supervivencia. Gracias a ella hemos logrado conquistar todos los rincones de nuestro planeta y nos ha garantizado las condiciones de vida que gozamos en la actualidad. 

Esta tarea de colaboración permite el avance del conocimiento y requiere de un medio de comunicación efectivo que permita la difusión rápida y amplia de la información generada y que provea a sus usuarios de medios accesibles de debate para la discusión de las nuevas propuestas teóricas. Antes de la formación de medios escritos de comunicación especializados en ciencia, las sociedades académicas dependían de reuniones y de un intrincado sistema de correspondencia para compartir información entre sus miembros. El aumento en la complejidad de esta tarea trajo la necesidad de crear un medio de comunicación escrito para centralizar la información, hacer publicaciones periódicas que pudieran ser distribuidas fácilmente y hacer más eficiente el debate. En 1665 se crean las primeras revistas especializadas en temas científicos; Journal des Sçavans en Francia y Philosophical Transactions en el Reino Unido, fundada por la Royal Society en Londres.

             Como parte del proceso de optimización de los medios de comunicación científicos, surge la necesidad de someter a revisión los artículos enviados a los periódicos especializados. Este proceso se introduce en el año 1731 por la sociedad real de Edimburgo en la revista Medical Essays and Observations (Benos DJ, 2007) y consistía en la revisión pormenorizada de los artículos enviados al periódico por otros científicos de manera independiente al cuerpo editorial de la revista. Este proceso se denomina revisión por pares o arbitraje y es un aspecto esencial de control de calidad de la información. La participación en este proceso se considera una de las obligaciones profesionales de los investigadores como parte de la labor de regulación que la comunidad científica efectúa en sus medios de comunicación.

El aumento de la actividad de investigación durante los siglos XVIII y XIX y la necesidad de extender el alcance de sus resultados, produce una explosión en el número de publicaciones periódicas y conduce a la diversificación y especialización de los temas que publicaban. Durante el siglo XIX se fundan las casas editoriales Springer (1842), Wiley (1807) y Elsevier (1880), que gradualmente enfocaron sus intereses en la publicación de literatura científica. En la actualidad, estas empresas se colocan entre las 5 principales editoriales académicas a nivel mundial (Tennant JP, 2016). El fenómeno de expansión de las editoriales privadas en la literatura científica se acentuó durante la segunda mitad del siglo XX, momento en el que estas empresas comenzaron la fundación de numerosos periódicos especializados y la adquisición de revistas creadas en el seno de sociedades científicas.

La apropiación de los medios académicos por empresas privadas ha alcanzado magnitudes insospechadas. Durante la década de 1990, las editoriales comerciales publicaron el 40% de la literatura académica, mientras que las editoriales de sociedades científicas e instituciones educativas aportaron únicamente el 25 y 16% respectivamente (Tenopir C, 2009). Esta transición tuvo como consecuencia la pérdida progresiva del control de la comunidad científica sobre sus medios de comunicación. Los propósitos iniciales de centralización y regulación de la información han prevalecido; sin embargo, el proceso de difusión del conocimiento ahora es controlado mayoritariamente por editoriales con intereses económicos y el acceso a la información por la comunidad se ha condicionado al pago de cuotas de suscripción.

El mercado de la información científica.

Los medios de comunicación académicos tienen diferencias sustanciales al compararse con editoriales no científicas. A pesar de su similitud con otras publicaciones periódicas, la información contenida en sus páginas es generada de manera independiente al cuerpo editorial. Esto es, el capital informativo es creado por grupos de investigadores afiliados a instituciones gubernamentales, educativas o empresas y es fondeada por recursos estatales o privados, completamente independientes a los de la revista seleccionada para publicación. Por otra parte, el control de calidad de la literatura académica y los costos derivados de esta actividad, son cubiertos por el consumidor, representado por investigadores experimentados que realizan el arbitraje de manera independiente y no remunerada. Esta situación es una de las fuentes de mayor descontento hacia las editoriales científicas.

El costo del control de calidad de la información científica.

Durante el año 2016, se estimó que 13.7 millones de revisiones de artículos científicos fueron realizadas a nivel mundial, resultando en la publicación de 2.9 millones de artículos (Publons, 2018). En una encuesta aplicada a alrededor de dos mil revisores científicos por el consorcio de investigación en publicación (Publishing Research Consortium. PRC, 2016), se estimó que se invierten alrededor de 5 horas de trabajo de revisión por artículo arbitrado. En promedio, cada revisor evalúa 8 artículos al año, lo que representa un gasto de tiempo académico traducido en aproximadamente 2.4 mil millones de euros (£1.9 mil millones) anuales o €1350 (£1400) por artículo publicado (RIN, 2008). Al ser una actividad no remunerada para los investigadores, el costo de esta tarea corre a cargo del financiamiento público a la investigación. A pesar de que el arbitraje es realizado por académicos, las editoriales también consideran gastos de procesamiento en este rubro pues coordinan el proceso de búsqueda de expertos y median el contacto entre los autores del artículo y sus revisores. Este costo ha sido estimado por las editoriales en aproximadamente 225 euros por artículo recibido. Adicionalmente, la edición para cumplir con los requisitos de publicación en versiones digital e impresa corre a cargo de las editoriales y se ha estimado entre los 150 y 360 euros por artículo (Wallace, 2012) (Johnson R, 2018).

La falta de balance en la distribución de costos y horas de trabajo dedicados a la creación de la información científica y de su posterior revisión, ha favorecido a las compañías editoriales. Esta posición ventajosa ha sido la causa del descontento de la comunidad científica y ha motivado la toma de acciones en contra del arbitraje especializado que beneficie a estas empresas. Uno de los referentes más notorios es la iniciativa: “the cost of knowledge”, iniciada por el matemático ganador de la medalla Fields Timothy Gowers, que propone a los académicos un boicot para evitar publicar o contribuir como revisor o editor en revistas con fines de lucro (particularmente el gigante editorial Elsevier). Esta iniciativa plantea migrar los recursos dedicados a este proceso a revistas de acceso abierto para lograr que los beneficios de esta tarea sean percibidos por la comunidad científica y la sociedad en general. Al momento de escribir este ensayo, 20,441 investigadores a nivel mundial se han sumado a esta iniciativa.

http://thecostofknowledge.com

Pago de suscripciones: pagar por acceder a la información que la comunidad produce.

Humboldt Forum, Berlin. Caja fuerte, antigua puerta de entrada a un club de Berlín (Tresor).

El proceso de compra y venta de los medios de comunicación académicos constituye una de las situaciones más sorprendentes de este mercado editorial por el nivel de dominio del proveedor sobre el bien que comercia, pues no solo se beneficia de la propiedad intelectual de la comunidad académica, sino que lucra al hacer accesible la información a las instituciones educativas, que son las mayores productoras de investigación científica. Las suscripciones pagadas por bibliotecas escolares constituyen el principal ingreso de las casas editoriales, siendo entre el 68 y 75% de sus percepciones. Otras fuentes menores de ingresos incluyen las suscripciones desde empresas con actividades de investigación y desarrollo tecnológico (15 a 17%), cuotas de membresías de usuarios particulares (3%), cuotas de publicación pagadas por autores de artículos (3%) y publicidad (4%) (RIN, 2008). A pesar de su dependencia económica a las universidades, las editoriales se han hecho de tal poder sobre la información vendida, que el consumidor institucional no tiene oportunidad para decidir las características del producto que adquiere. Los acuerdos de compra realizados con las instituciones educativas se realizan de manera confidencial, aislando su proceso de suscripción e impidiendo la negociación entre grupos de instituciones en países o regiones. Esfuerzos recientes por brindar transparencia a este proceso, han traído a la luz la situación de los contratos establecidos con las instituciones públicas. En un análisis de 82 convenios de suscripción otorgados a consorcios nacionales de investigación en la Unión Europea, se encontró que la mitad de los convenios tuvieron incrementos de hasta 4% anual en sus costos de suscripción y un 16% adicional mostraron incrementos del 4 al 6% anual (European University Association, 2018). Fuera de este nicho, es poco usual ver esta magnitud de incrementos de costos en otro medio de comunicación. Esto es solo un ejemplo de la situación de abuso de las compañías editoriales sobre las bibliotecas de instituciones educativas, lo que las ha motivado a buscar alternativas para conseguir acceso a la información que la comunidad científica produce. 

Además de haber perdido el control sobre los contratos con las empresas editoriales, los consumidores principales también han perdido el poder de decisión sobre los contenidos a los que se suscriben. Esto se debe a que las editoriales ofrecen conglomerados de revistas y los ofertan como productos indivisibles, impidiendo el diseño de suscripciones individualizadas para cada biblioteca. Los contenidos de interés para las organizaciones académicas suelen concentrarse en un número limitado y relativamente estable de revistas, pero estas empresas ofrecen año con año un número creciente de periódicos en sus paquetes de contratación y con el argumento de mayor cantidad de revistas, han justificado los aumentos constantes de precios de suscripción y el consiguiente uso precario de recursos bibliográficos no deseados.

Siguiente artículo de la serie:

Referencias:

Benos DJ, Bashari E, Chaves JM, Gaggar A, Kapoor N, LaFrance M, Mans R, Mayhew D, McGowan S, Polter A, Qadri Y, Sarfare S, Schultz K, Splittgerber R, Stephenson J, Tower C, Walton RG, Zotov A. The ups and downs of peer review. Adv Physiol Educ. 2007 Jun;31(2):145-52.

Benos DJ, Bashari E, Chaves JM, Gaggar A, Kapoor N, LaFrance M, Mans R, Mayhew D, McGowan S, Polter A, Qadri Y, Sarfare S, Schultz K, Splittgerber R, Stephenson J, Tower C, Walton RG, Zotov A. The ups and downs of peer review. Adv Physiol Educ. 2007 Jun;31(2):145-52.

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Enlaces a recursos adicionales:

http://thecostofknowledge.com

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